Han pasado casi cuatro años desde que Samuel García dirige el gobierno estatal de Nuevo León y prometió transformar el sistema de movilidad. Sin embargo, el panorama del transporte de Nuevo León sigue siendo crítico. Largas filas, camiones saturados, rutas insuficientes y traslados de hasta seis horas diarias son parte de la realidad que viven miles de personas todos los días.
A pesar de que se han destinado más de 23 mil millones de pesos en contratos para adquirir 3 mil camiones desde diciembre del 2021, la administración estatal no ha logrado resolver el problema. Ahora, el Gobierno del Estado vuelve a pedir tiempo: otros dos meses, o quizá más, para que comiencen a verse “avances”.
El anuncio fue hecho por el Secretario General de Gobierno, Miguel Flores, quien apenas asumió el encargo del tema el pasado 4 de julio por órdenes del propio Gobernador. Lejos de ofrecer soluciones concretas, su mensaje fue el mismo que han repetido funcionarios anteriores: paciencia, promesas y una mejora “progresiva” que nunca llega.

Gobierno estatal pide más tiempo otra vez
Durante una entrevista, Miguel Flores admitió que en los próximos meses el transporte de Nuevo León no estará ni cerca de estar en condiciones óptimas. A pesar de la enorme inversión realizada en camiones urbanos, los usuarios siguen esperando unidades durante horas, enfrentando trayectos ineficientes, mal servicio y unidades sobrecargadas.
“Yo creo que en un par de meses vamos a ver cambios”, aseguró Flores. Sin embargo, de inmediato matizó su promesa al aclarar que no se podía esperar un sistema “en perfectas condiciones” ni en dos, ni en cuatro meses. Añadió que la mejora sería “continua”, una frase repetida por varios funcionarios en los últimos años sin que se traduzca en mejoras reales para la población.
La reacción fue de inmediato de incredulidad. Ciudadanos que usan el transporte todos los días han visto cómo los discursos no coinciden con la realidad que enfrentan en las paradas y en las rutas.
La inversión millonaria no se nota en el transporte de Nuevo León
Desde que inició su gobierno, Samuel García ha presumido la compra de miles de camiones como parte del plan de reestructuración del transporte de Nuevo León. Sin embargo, esa supuesta solución no ha impactado de forma positiva en la calidad del servicio.
Los datos oficiales muestran que el Estado ha destinado más de 23 mil 600 millones de pesos en contratos para arrendar unidades, pero hasta ahora, los tiempos de espera y traslado no han mejorado. Incluso el mismo Gobierno reconoce que hay personas que pasan hasta seis horas diarias en trayectos urbanos.
Además, el modelo de pago por kilómetro que se implementó para regular a las empresas transportistas —el cual supuestamente garantizaría eficiencia— fue cancelado recientemente. En su lugar, el Gobierno regresó al sistema de pago por pasajero, presionado por los empresarios que afirmaron que el modelo anterior había “destrozado” al transporte público.
Esa marcha atrás evidencia la improvisación en la toma de decisiones. Lo que un día se presenta como solución estructural, al siguiente se abandona sin evaluar las consecuencias reales. El resultado: más tiempo perdido, más recursos gastados y ningún avance visible para la ciudadanía.
El discurso no cambia, la situación sí
Este no es el primer intento del Gobierno estatal por ganar tiempo y calmar el descontento. En enero del 2024, el entonces Secretario de Movilidad, Hernán Villarreal, dijo que el sistema mejoraría en tres meses. En ese entonces, también se hablaba de los beneficios de los camiones nuevos y de la reestructura de rutas. Nada cambió.
La falta de resultados es más grave si se considera que la reestructura oficial inició en noviembre del 2022, cuando se firmaron los primeros contratos con transportistas. Desde entonces, han pasado casi tres años de implementación sin que se vean beneficios tangibles para los usuarios del transporte de Nuevo León.
A pesar de contar con herramientas como el Sintram (Sistema Integral de Tránsito Metropolitano) y la integración de sistemas de geolocalización, la administración sigue sin lograr que el servicio funcione correctamente. La tecnología no ha sido suficiente para compensar la mala planeación, el desorden y la falta de una política pública firme y sostenida.
Peor aún, el propio gobierno reconoce que no puede ofrecer certezas. Cada vez que se le cuestiona sobre plazos concretos o resultados medibles, la respuesta es evasiva: “vamos a ver avances”, “es una mejora continua”, “estamos trabajando”. Mientras tanto, miles de personas siguen atrapadas en un sistema que no funciona.
El colapso del transporte de Nuevo León no es solo un problema de movilidad. Es un reflejo de una administración que, tras años de promesas, no logra dar respuestas claras a uno de los principales reclamos de la población. Las inversiones millonarias, los contratos y los anuncios espectaculares no han resuelto el fondo del problema: un sistema roto, desorganizado y desconectado de las necesidades reales de quienes lo usan todos los días.
La población ya no quiere más excusas ni discursos, quiere resultados. Y después de casi cuatro años, es evidente que el gobierno estatal no ha estado a la altura.
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