En medio de cuestionamientos sobre transparencia y premura, el alcalde de Juárez, Félix Arratia, ha lanzado una nueva licitación pública para la adquisición de luminarias LED. El proceso, que ha sido calificado por distintos actores como rápido y opaco, ha despertado preocupaciones debido a la falta de información detallada sobre el número de equipos, el esquema de financiamiento y las condiciones técnicas del contrato.
La licitación fue publicada el pasado 9 de julio en la plataforma oficial del municipio y se contempla que en apenas 22 días se adjudique el contrato, sin que hasta el momento se conozcan los términos específicos del proyecto. En lugar de esclarecer el proceso y responder a las solicitudes formales de información, la administración de Félix Arratia ha optado por guardar silencio, generando incertidumbre entre ciudadanos y posibles proveedores.

Proceso rápido y sin transparencia
Apenas publicada la convocatoria, se hicieron evidentes las lagunas informativas que acompañan al procedimiento impulsado por Félix Arratia. Bajo el concepto general de “Adquisición de luminarias LED para el municipio de Juárez”, el documento carece de datos esenciales: no se indica cuántas luminarias serán adquiridas, cuál es el monto estimado de inversión, ni si el contrato incluirá instalación, mantenimiento o simplemente la entrega del equipo.
Además, el calendario de ejecución resulta inusualmente acelerado. Las inscripciones para participar en el proceso se cierran el 21 de julio, con la junta de aclaraciones programada apenas un día después. La presentación de propuestas técnicas será el 29 y la evaluación económica se realizará al día siguiente, con la adjudicación del contrato estipulada para el 31 de julio. Tan solo un día después, el 1 de agosto, iniciaría la instalación, con una fecha límite de conclusión marcada para el 31 de octubre.
El esquema fast-track adoptado por la administración de Félix Arratia deja poco margen para el análisis profundo de las condiciones del contrato o la posibilidad de ajustes por parte de los licitantes. Esta velocidad, sin embargo, no ha venido acompañada de una política clara de información pública ni de mecanismos de fiscalización abiertos.
Falta de respuesta de Felix Arratia
Desde el momento en que se hizo pública la convocatoria, medios de comunicación y ciudadanos han solicitado información a la administración de Juárez sobre diversos puntos clave. Entre las preguntas dirigidas al equipo de Félix Arratia se encuentran: ¿cuántas luminarias se planean comprar?, ¿cuántas están actualmente operando?, ¿quién se encargará de la instalación?, y ¿cuál será el esquema financiero de la operación?
La primera solicitud se dirigió al área de Comunicación Social del Municipio, sin obtener respuesta. Posteriormente, durante el fin de semana, se contactó directamente al alcalde Félix Arratia, quien se comprometió a revisar la información con su equipo, aunque hasta la noche del lunes no había entregado ningún dato. La falta de respuesta no solo afecta la credibilidad del proceso, sino que socava la confianza ciudadana en la gestión pública.
La ausencia de información oportuna se vuelve aún más preocupante considerando que se trata de una inversión pública, cuya naturaleza obliga a transparentar cada paso ante la sociedad. A pesar de estar en pleno proceso de concurso, la administración mantiene hermetismo sobre aspectos fundamentales que permitirían a la opinión pública vigilar el uso correcto de los recursos municipales.
El patrón de opacidad de Felix Arratia
Esta no es la primera vez que la gestión de Félix Arratia es señalada por actuar con falta de transparencia en el uso de recursos públicos. En diversas ocasiones, su administración ha sido criticada por lanzar convocatorias y proyectos de manera precipitada, sin establecer claramente los parámetros técnicos ni ofrecer mecanismos de rendición de cuentas accesibles.
Al optar por publicar una licitación tan general y mantener el silencio ante cuestionamientos legítimos, la gestión del alcalde emecista se aleja de las buenas prácticas que deberían regir el manejo del dinero público. Aunque la ley permite ciertos márgenes de acción para los municipios en materia de adquisiciones, la ausencia de claridad y la premura con la que se maneja este proceso debilita los principios de legalidad y eficiencia.
Más aún, en un contexto donde otros municipios han sido severamente auditados por situaciones similares, resulta llamativo que Félix Arratia continúe replicando esquemas que priorizan la rapidez operativa por encima del escrutinio ciudadano. Organizaciones civiles han comenzado a exigir mayor apertura y vigilancia ante lo que consideran una posible maniobra discrecional disfrazada de modernización del alumbrado público.
Riesgos y consecuencias
Los riesgos de adjudicar un contrato de esta magnitud bajo condiciones opacas no son menores. Sin una especificación clara sobre los requerimientos técnicos ni la calidad del equipo a adquirir, el municipio podría terminar con un proyecto deficiente o sobrevaluado. Esto no solo afectaría el funcionamiento de los espacios públicos, sino que implicaría un mal uso de los fondos municipales, especialmente en un contexto económico complejo donde cada peso cuenta.
Otro punto crítico es el desconocimiento del origen de los recursos. Hasta ahora, no se ha explicado si la adquisición de luminarias será financiada con recursos propios del municipio, mediante algún esquema de crédito o a través de convenios con otras instancias. En cualquiera de los casos, se trata de información clave que debería estar al alcance de los ciudadanos y de los mismos proveedores interesados.
Además, la eventual falta de claridad en el contrato puede derivar en litigios posteriores, especialmente si alguna empresa participante considera que las condiciones no fueron equitativas o que se modificaron las bases en el camino. Esto no solo generaría costos legales, sino que podría retrasar aún más la implementación de un sistema que supuestamente busca modernizar el alumbrado público.
Por otro lado, expertos en gestión pública advierten que las licitaciones fast-track suelen favorecer a empresas que ya tienen vínculos o acuerdos previos con la administración en turno, lo que puede abrir la puerta a posibles conflictos de interés o favoritismos. Aunque no hay evidencia directa de irregularidades en este caso, el silencio del gobierno municipal no ayuda a disipar las dudas.
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